Málaga. Una de las ciudades más antiguas del continente europeo. Fue fundada hace unos 2800 años. Pero para mí, es una de las ciudades más amables y bonitas de Europa. En la vida de los viajeros, hay algunas ciudades donde la gente te roba, te ignora, o incluso te ladra como los perros en la calle. Pero también hay otras ciudades donde la gente te sonríe y te ayuda a recuperar tus cosas, tu espíritu y tu esperanza para la humanidad. Durante esta pandemia, fui más o menos el único viajero asiático en Málaga. Todos los que me encontré aquí, jóvenes o viejos, mujeres y hombres, fueron amables y educados conmigo. Me ayudaron a resucitar mi ordenador muriendo de una vieja batería en pocos días.
Nunca olvidaré la forma en que los empleados de la ferretería escuchaban pacientemente mi español un poco roto, sin hacer una mueca, sin hacerme sentir incómodo, cuando buscaba por toda la ciudad el destornillador especial más pequeño para abrir mi portátil. Nunca olvidaré cómo el cartero entregó mis piezas de ordenador durante dos días seguidos sin demora, diciéndome “¡Muchas gracias!” mientras me entregaba personalmente el paquete de Amazon. Nunca olvidaré la forma en que las cajeras decían “¡Buenas!” y “¡Gracias!” como si estuvieran cantando, sus actitudes alegres y maduras incluso en estos tiempos difíciles de Covid.
Pero sobre todo, nunca olvidaré los ojos curiosos que me miran, detrás de su máscara, y su sonrisa inocente hacia un extraño.
Everyone smiles in the same language.
– George Carlin (1937 – 2008)
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